27 de setembro de 2013

Espacio Público - Paso cebra - Vallensbæk (Dinamarca), 2011


Promenadebaandet
Vallensbæk (Dinamarca), 2011


Un nuevo paseo da identidad cohesiva a un suburbio de Copenhague y contribuye a religarlo con otras partes de la trama urbana.







ESTADO ANTERIOR

El Fingerplanen (Plan de los Dedos) es la estrategia de desarrollo urbanístico que ha guiado el crecimiento del área metropolitana del Gran Copenhague desde 1947. El plan recuerda la forma de una mano abierta, donde la palma representa el tejido denso y compacto del núcleo central de la capital danesa y los dedos corresponden a las cinco líneas de ferrocarriles de cercanías (S-Bahn) que vertebran los diferentes suburbios de la periferia dispersa. Uno de esos suburbios es el municipio de Vallensbæk, que se halla a unos quince kilómetros al oeste del centro, sobre lo que sería el dedo pulgar del plan.

Se da el caso de que ese dedo cruza el casco antiguo del pueblo originario (Vallensbæk Strand), donde está la estación y una iglesia medieval, dejando a ambos lados partes de desarrollo más reciente. Si bien la parte sur (Vallensbæk Landsby), bien consolidada y en contacto con la playa, disfruta de un buen nivel de vida, la parte norte (Vallensbæk Nordmark) tiene un carácter más fragmentario y marginal. En medio de su desbarajuste urbanístico, una franja ambigua y desnuda de unos quince metros de ancho recorría de norte a sur el tercio de kilómetro que separa las calles Kloevervaenget y Blomsterengen. El hueco era resultado de un encuentro mal resuelto entre dos tejidos muy diferentes, uno formado por conjuntos de casitas adosadas de clase media y otro, por los bloques de una promoción de 225 viviendas de protección oficial, ocupadas por gente de clase trabajadora e inmigrantes. Cerca de los dos, un bosque pequeño y un gran prado, como extraños supervivientes de la expansión inmobiliaria.

OBJETO DE LA INTERVENCIÓN

En 2005, el Ayuntamiento de Vallensbæk concibió la estrategia Torvevej (Ruta de plazas), que pretendía unir las tres partes del municipio a través de una cadena de espacios públicos conectados entre sí. Uno de ellos sería la franja vacía del sector norte, que se incorporó a un plano urbanístico en previsión de que algún día compensara la falta de lugares de encuentro del barrio. La heterogeneidad formal de los tejidos adyacentes y la diversidad social y económica de sus habitantes hacían pensar que, una vez transformado, el lugar funcionaría como una sutura y propiciaría la interacción de extraños. A los cinco años, se reunió un fondo de casi medio millón de euros para financiar las obras correspondientes.

DESCRIPCIÓN

Un año después, la franja vacía se había transformado en un paseo ajardinado para peatones y ciclistas. Los movimientos de tierra realizados para preparar el terreno pusieron al descubierto los cimientos de una antigua granja a cuyo jardín habían pertenecido los árboles del bosquecillo preexistente. La masa arbórea, que fue conservada, da cobijo ahora a bancos y mesas para hacer picnics. Además, su volumen contribuye a amortiguar la excesiva linealidad del espacio dividiendo sus trescientos metros de largo en dos mitades diferenciadas.

El tramo sur, que en buena parte está surcado por una lámina de agua alargada, se ha resuelto con una secuencia de lienzos con texturas de durezas distintas, como césped, gravas, asfalto o empedrados. Aquí y allá, masas prismáticas de piedra hacen de bancos. El extremo más cercano al bosque está equipado con aparatos de fitness para hacer ejercicio al aire libre. A su lado, tres arenales invitan a jugar a la petanca. En el tramo norte, de textura más dura pero adyacente al gran prado, la predominancia de asfalto permite patinar, ir en bicicleta o monopatín y jugar a baloncesto cerca de una cesta instalada a tal efecto. Solo han quedado cuatro claros blandos. Tres de ellos son circulares y acogen montículos de hierba o juegos infantiles. En el cuarto, de perfil más irregular, el césped enmarca los restos de la antigua granja.

Una trama de segmentos paralelos que recuerda un paso cebra dibuja un sendero que vertebra el paseo de arriba abajo. La constancia de su motivo rayado acompaña el recorrido longitudinal del paseante con una carga icónica que da uniformidad al espacio. Sin embargo, el sendero reacciona ante la heterogeneidad de los fragmentos que cruza, variando de ancho, de directriz o de material. Si bien sus segmentos están pintados cuando se hallan sobre el asfalto, se convierten en planchas metálicas cuando coinciden con lienzos blandos de grava, de césped o, incluso, de agua. En efecto, uno de los segmentos se escapa del sendero para formar una frágil pasarela sobre la lámina de agua. Nuevos ejemplares de cerezos, sauces y plátanos acompañan al sendero en su camino.

VALORACIÓN

El nuevo paseo es un espacio público doblemente cohesivo. Por un lado, ha fundado un lugar de estar, un punto de encuentro para gente de diferentes edades, orígenes y condiciones sociales que han descubierto la identidad colectiva del barrio. Lo ha logrado a través de un diseño informal y alegre, atento a los múltiples usos que puede ofrecer a los vecinos y gracias a la imagen reconocible de su «paso cebra», que contrasta con la banalidad de una trama viaria carente de cualquier tipo de atributo. También aprovechando el hallazgo de una antigua preexistencia e incorporándola como elemento histórico en un suburbio donde todo es demasiado nuevo. Por otro lado, el paseo es un espacio de paso que se abre camino en un tejido desarreglado y fragmentario, hecho a remiendos de aprovechamiento privado y falto de espacios públicos estructuradores. Además, lejos de limitarse a recoser fragmentos locales, se ha solidarizado con la estrategia a gran escala de mejorar la conexión con el resto de Vallensbæk.

Ver mais: http://www.publicspace.org/es/obras/g336-promenadebaandet



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